Las herejías de Javier Núñez
darwin bedoya
darwin bedoya
Vírgenes y herejes (Bisagra editores, 180 pp. 2011) del aún novel narrador Javier Núñez (Puno, 1982), es una nouvelle de iniciación. En las páginas de esta novela breve se narra una historia no densa que digamos, pero sí llena de originalidad, modernidad y una estructura hábilmente erigida, aunque su esmerado carácter no lineal y ponderado privará al lector de grandes relieves, por sus cambios de ritmo o desconciertos narrativos eficaces que hacen de la obra una experimentación narrativa, el libro incursiona hasta las fronteras de la experimentación con las técnicas narrativas, lo que lleva a una narración psicodélica, vertiginosa, relacionada con las tendencias cinematográficas, con el montaje y el funcionamiento del cerebro. A esto hay que añadirle el interés y pretensión de ser una novela total pues, como su autor mismo señala, los temas que se abordan son: conflicto social en el país, conspiración, mito, leyenda, tradición, exotismo, fantasía, ciencia, masonería, civilizaciones legendarias, amor, sexo, aventura, venganza, muerte, etc.
Galardonada con el Premio Nacional de Novela Corta «Ciudad Inconstrastable» 2011, esta obra es la historia insondable y prohibida de un hombre con sueños mayores y casi imposibles, contada por la voz del alter ego de Núñez llamado Christopher de la Riva. Pero en el fondo es un viaje que comienza desde la base de las entrañas de la voz que va hilvanando las escenas. Es desde los sueños de grandeza y poder que la historia alcanza pliegues mayores, es a partir de ese momento en que la nouvelle coge un ritmo zigzagueante, vertiginoso, tierno y desgarrado a la vez; una enseñanza cuyo reto está en construirse uno mismo de acuerdo con sus principios, sus intuiciones. Construirse continuamente, adaptándose, creciendo. Y entonces uno mismo se va dando cuenta, sin entrar en la cuenta, que ha construido su propio mundo, su propio destino, y, consciente de que todo cambia, de que nada es estático, se siente, por primera vez, en las puertas de la satisfacción.
El lector decidirá si lee este libro como un conjunto de cuentos hilvanados o una nouvelle disgregada. Puesto que en estas páginas confluyen historias protagonizadas por hombres y mujeres que recorren el mundo, a veces, sin saber adónde van, que desconocen si parten o regresan y que ya no pueden distinguir entre la realidad que construyeron para dar sentido a su vida y la que se obstina en imponerse. A veces la ambición, los sueños de grandeza y la soledad, con lo que tienen de huida y desafío, se revelan como el único destino posible. Pero aunque los lugares y las identidades se difuminen, aunque la vida de los personajes se asemeje a un laberinto sin muros, las viejas pasiones de siempre –el amor, la ambición, la venganza, el miedo– como en los actos de nuestra vida, son las mismas que aún rigen, de forma novedosa e insospechada, la trama de esta historia pulcra en imaginación.
El libro es un gran retrato de la ambición de personas de ciertos estratos de la sociedad y ahí aparece uno de los mejores ingredientes de la obra: el descubrimiento, entre líneas, de una fina ironía y sentido erótico, donde todo apuntaba, inicialmente, a un texto tan serio y solemne como el modo de ser del protagonista. Desliza también, Núñez, gran sapiencia en el análisis de la medición y naturaleza del tiempo a través de los muy variados planos de la historia que nos hace recordar a la Rayuela de Cortázar.
Un escritor frustrado, un trío que se hace llamar los Dandys Asesinos, un libro perdido, unos herejes, una virgen legendaria, la búsqueda del amor, un abuelo paternal, sicarios eficaces, una voz narradora que se muestra con cierto tipo de rencor hacia los valores tradicionales; varios puntos que convergen a decir que esta es una nouvelle, hasta cierto punto, autobiográfica, habiendo de esta historia una escena actual de la vida, de la sociedad. Estos personajes, los temas, incluidos los escenarios, vinculados por hilos secretos, arman lo que podría ser la historia de unos sucesos fatales y a la vez fabulosos ambientados en Puno, EE.UU. y Las Vegas, todos estos elementos confluyen para que lo narrado alcance a ser el testimonio de un momento clave, en el que los seres humanos pensaban que era posible transformar el mundo con la voluntad. Así, aquel joven que abandona el solar nativo, pretendiendo una vida intensa y apasionada, cae en un laberinto de perversidad, ambición y desasosiego; mientras ciertos asesinos y científicos son víctimas de sus delirios de grandeza y de sus abstracciones que empezaron con el conocimiento de un extraño libro.
Vírgenes y herejes, aparte de ser un minucioso juego de espejos, un inquietante relato sobre el delirio, la identidad y la literatura como parte de la vida, habla también de un asunto revolucionario, una cuestión que vincula la vieja instancia política que envuelve a la sociedad actual, pero que al mismo tiempo es aceptada en la vida cotidiana de miles de personas en todo el mundo. El otro contenido es la aceptación del cuerpo y la búsqueda del placer, no sólo como una experiencia sensorial y sexual, sino también como una búsqueda de identidad. En Vírgenes y herejes hay reconocimiento y devenir, hay exploración y aceptación de la sexualidad y de su naturaleza efímera y a la vez absoluta. Nos va envolviendo la presencia de personajes seducidos por la fuerza sexual de algunas de las mujeres que desfilan en esta obra. Encuentros y desencuentros. Sólo un encuentro es al mismo tiempo una explosión de eros y su derrota.
Este libro, que puede también ser definido como una instalación narrativa, combina situaciones, tiempos e identidades distintas (Núñez juega con sus personajes a todos los juegos que el mundo de los cuentos pone a su disposición: la doble identidad, la inmensa riqueza de los sueños, el poder de los recuerdos, las distintas posibilidades que se abren en la vida en cada momento y las elecciones que marcan y cierran el camino, la frágil frontera entre la realidad y la fantasía. El protagonista por ejemplo adquiere diversas formas presenciales con nombres incluidos), en una cadena con eslabones rotos pero que nunca deja de ser una cadena. Las delgadas sombras de Pérez Reverte, Umbral o Bolaño, Camus o Proust, Vargas Llosa o Joyce parecen esconderse en estas líneas. La vida y la muerte. El amor y el odio. Los secretos y las pasiones. Pero, especialmente, la muerte. Ella que siempre ha impactado profundamente al ser humano. Implica un misterio, un enigma que al mismo tiempo revela, en contraste, el signo de la vida. Más que en esta última, es en la primera donde se expresa con mayor nitidez la esencia del ser humano. Al final de la historia, el rostro de un hombre muerto es, por tanto, manifestación de vida, de aquella que dejó de ser pero que sigue siendo para quien lo mira: es eso lo que refleja la última mueca, lo que se desliza en los pliegues de piel inerte que componen el gesto eterno. Es entonces cuando un flujo de sensaciones, pensamientos, recuerdos, imágenes y reflexiones irrumpe en la mente y la atrapa en su lógica delirante, tal y como ocurre en esta breve pero intensa nouvelle. Aquí podemos leer un ramillete de vidas siempre al límite, aventuras, sueños/pesadillas, magia, sexo, amor, romanticismo, fantasía, pasiones, un mundo de sugerencias donde escuchamos las voces del pasado confundidas con el presente, esas voces que todavía nos hablan porque aún tienen que decirnos cómo entender a los fantasmas de nuestros sótanos. Este libro es, pues, una evocación de lo que fue y una búsqueda de lo que se es a partir de los sueños que un hombre puede llegar a tener, del que en realidad no se sabe más que lo que produce en quien lo mira o intenta vivir.
En palabras del autor, la historia se centra en Christopher de la Riva, aspirante a escritor, quien emprende una búsqueda obsesiva de un libro censurado, prohibido para católicos, y cuyos ejemplares fueron destruidos. Solo se conserva uno. El libro narra la historia de tres sujetos sacrofílicos que boicotearon en dos ocasiones una fiesta patronal en Puno (el 2 de febrero), profanaron iglesias, vírgenes y santos, torturaron a los curas, etc. Núñez recurre a varios narradores para contar la historia de sus personajes y la de él mismo. Asumimos que Vírgenes y herejes es un libro de extensión variable y de estilo diverso, un puzzle literario en el que la unidad de estilo es precisamente la diversidad, la fragmentación y la polifonía, conformando un collage en el que cada historia dentro de la historia total está íntimamente ligada con las demás a partir de la idea de que escribir es reescribir y friccionar con otras lecturas. Vírgenes y herejes es también un remake que muestra conflictos permanentes. Es un texto cargado de contradicciones y aguda tensión desde su propia estructura. Enfrentados en todas sus partes que dialogan entre ellas, las historias que la componen establecen una batalla entre el «contar» y el «no contar», hablar o callar, por medio de personajes conscientes en todo momento de serlo, narradores que no quieren narrar pero fracasan, verdades que acaban convirtiéndose en ficciones, diálogos directos con el lector y recuentos que se corrigen a sí mismos.
Javier Núñez en este libro que es su «autobiografía confusa» nos muestra que todo límite queda absolutamente desdibujado, que a su propia vez revela a un joven autor con una arriesgada calidad literaria, prueba de ello son los hechos vertiginosos que desencadenan pasiones políticas y también sentimentales, odios, intrigas, sucesos extraordinarios que cambiarán el rumbo de la vida de cada uno de los protagonistas, pero con una brevedad exagerada que no permite lograr en la narración lo que las novelas alcanzan.
Finalmente, diremos que gracias a Vírgenes y herejes, podemos comprender que hay hombres a los que la fortuna da siempre la espalda. A quienes el triunfo apenas roza para demostrarles que está ahí, al alcance de sus manos, ansiosas, pero que ellos nunca llegarán siquiera a tocarlo. No es para ellos. Son seres que arrastran vidas color ceniza sin saber por qué ni cómo cambiarlas. Gentes que pueblan también las estadísticas más absurdas y a quienes los políticos piden el voto. Algunas veces –muy pocas– se desesperan y se rebelan. Siembran caos y dolor. Y en esa locura violenta encuentran sentido a sus vidas, y ahí, también, se encuentran, cara a cara, por fin, con su destino. Quizás no sean tan diferentes. Para ellos es esta historia escrita, nada más y nada menos, en Puno.
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