RECITAL DE POESÍA ...donde termina el silencio...

martes, 17 de enero de 2012

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RECITAL DE POESÍA
...donde termina el silencio...
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PARTICIPAN

Cristian Avecillas (Ecuador)
Simón Rodríguez (Puno)
Luis Pacho (Puno)
Walter Paz (Puno)
Eddy Sayritupa (Puno)
Víctor Villegas (Puno)
Darwin Bedoya (Juliaca)
Luis Incacutipa (Puno)
Carlos Mendoza (Ayaviri)
Mijaíl Mercado(Azángaro)
Patricia Gonzáles (Juliaca)
Osman Alzawihiri (Azángaro)

_____________________________

Moderador: Walter L. Bedregal Paz

ORGANIZA: Grupo Editorial Hijos de la Lluvia
MIERCOLES 18 DE ENERO
LUGAR: Campus “Real Plaza” – Jr. San Martín / 18:00 horas
VUELO DE BÚHOS: “Rústika Bar”- Jr. Unión 147 / 19:30 horas

RECITAL DE POESÍA ...donde termina el silencio...

lunes, 16 de enero de 2012

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RECITAL DE POESÍA


...donde termina el silencio...
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PARTICIPAN

Cristian Avecillas (Ecuador)
Simón Rodríguez (Puno)
Luis Pacho (Puno)
Walter Paz (Puno)
Eddy Sayritupa (Puno)
Víctor Villegas (Puno)
Darwin Bedoya (Juliaca)
Luis Incacutipa (Puno)
Carlos Mendoza (Ayaviri)
Mijaíl Mercado(Azángaro)
Patricia Gonzáles (Juliaca)
Osman Alzawihiri (Azángaro)

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Moderador: Walter L. Bedregal Paz
ORGANIZA: Grupo Editorial Hijos de la Lluvia
LUGAR: Campus “Real Plaza” – Jr. San Martín / 18:00 horas
VUELO DE BÚHOS: “Rústika Bar”- Jr. Unión 147 / 19:30 horas

Juliaca - Perú



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Las herejías de Javier Núñez

domingo, 15 de enero de 2012

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Las herejías de Javier Núñez


darwin bedoya


Vírgenes y herejes (Bisagra editores, 180 pp. 2011) del aún novel narrador Javier Núñez (Puno, 1982), es una nouvelle de iniciación. En las páginas de esta novela breve se narra una historia no densa que digamos, pero sí llena de originalidad, modernidad y una estructura hábilmente erigida, aunque su esmerado carácter no lineal y ponderado privará al lector de grandes relieves, por sus cambios de ritmo o desconciertos narrativos eficaces que hacen de la obra una experimentación narrativa, el libro incursiona hasta las fronteras de la experimentación con las técnicas narrativas, lo que lleva a una narración psicodélica, vertiginosa, relacionada con las tendencias cinematográficas, con el montaje y el funcionamiento del cerebro. A esto hay que añadirle el interés y pretensión de ser una novela total pues, como su autor mismo señala, los temas que se abordan son: conflicto social en el país, conspiración, mito, leyenda, tradición, exotismo, fantasía, ciencia, masonería, civilizaciones legendarias, amor, sexo, aventura, venganza, muerte, etc.


Galardonada con el Premio Nacional de Novela Corta «Ciudad Inconstrastable» 2011, esta obra es la historia insondable y prohibida de un hombre con sueños mayores y casi imposibles, contada por la voz del alter ego de Núñez llamado Christopher de la Riva. Pero en el fondo es un viaje que comienza desde la base de las entrañas de la voz que va hilvanando las escenas. Es desde los sueños de grandeza y poder que la historia alcanza pliegues mayores, es a partir de ese momento en que la nouvelle coge un ritmo zigzagueante, vertiginoso, tierno y desgarrado a la vez; una enseñanza cuyo reto está en construirse uno mismo de acuerdo con sus principios, sus intuiciones. Construirse continuamente, adaptándose, creciendo. Y entonces uno mismo se va dando cuenta, sin entrar en la cuenta, que ha construido su propio mundo, su propio destino, y, consciente de que todo cambia, de que nada es estático, se siente, por primera vez, en las puertas de la satisfacción.


El lector decidirá si lee este libro como un conjunto de cuentos hilvanados o una nouvelle disgregada. Puesto que en estas páginas confluyen historias protagonizadas por hombres y mujeres que recorren el mundo, a veces, sin saber adónde van, que desconocen si parten o regresan y que ya no pueden distinguir entre la realidad que construyeron para dar sentido a su vida y la que se obstina en imponerse. A veces la ambición, los sueños de grandeza y la soledad, con lo que tienen de huida y desafío, se revelan como el único destino posible. Pero aunque los lugares y las identidades se difuminen, aunque la vida de los personajes se asemeje a un laberinto sin muros, las viejas pasiones de siempre –el amor, la ambición, la venganza, el miedo– como en los actos de nuestra vida, son las mismas que aún rigen, de forma novedosa e insospechada, la trama de esta historia pulcra en imaginación.


El libro es un gran retrato de la ambición de personas de ciertos estratos de la sociedad y ahí aparece uno de los mejores ingredientes de la obra: el descubrimiento, entre líneas, de una fina ironía y sentido erótico, donde todo apuntaba, inicialmente, a un texto tan serio y solemne como el modo de ser del protagonista. Desliza también, Núñez, gran sapiencia en el análisis de la medición y naturaleza del tiempo a través de los muy variados planos de la historia que nos hace recordar a la Rayuela de Cortázar.


Un escritor frustrado, un trío que se hace llamar los Dandys Asesinos, un libro perdido, unos herejes, una virgen legendaria, la búsqueda del amor, un abuelo paternal, sicarios eficaces, una voz narradora que se muestra con cierto tipo de rencor hacia los valores tradicionales; varios puntos que convergen a decir que esta es una nouvelle, hasta cierto punto, autobiográfica, habiendo de esta historia una escena actual de la vida, de la sociedad. Estos personajes, los temas, incluidos los escenarios, vinculados por hilos secretos, arman lo que podría ser la historia de unos sucesos fatales y a la vez fabulosos ambientados en Puno, EE.UU. y Las Vegas, todos estos elementos confluyen para que lo narrado alcance a ser el testimonio de un momento clave, en el que los seres humanos pensaban que era posible transformar el mundo con la voluntad. Así, aquel joven que abandona el solar nativo, pretendiendo una vida intensa y apasionada, cae en un laberinto de perversidad, ambición y desasosiego; mientras ciertos asesinos y científicos son víctimas de sus delirios de grandeza y de sus abstracciones que empezaron con el conocimiento de un extraño libro.


Vírgenes y herejes, aparte de ser un minucioso juego de espejos, un inquietante relato sobre el delirio, la identidad y la literatura como parte de la vida, habla también de un asunto revolucionario, una cuestión que vincula la vieja instancia política que envuelve a la sociedad actual, pero que al mismo tiempo es aceptada en la vida cotidiana de miles de personas en todo el mundo. El otro contenido es la aceptación del cuerpo y la búsqueda del placer, no sólo como una experiencia sensorial y sexual, sino también como una búsqueda de identidad. En Vírgenes y herejes hay reconocimiento y devenir, hay exploración y aceptación de la sexualidad y de su naturaleza efímera y a la vez absoluta. Nos va envolviendo la presencia de personajes seducidos por la fuerza sexual de algunas de las mujeres que desfilan en esta obra. Encuentros y desencuentros. Sólo un encuentro es al mismo tiempo una explosión de eros y su derrota.


Este libro, que puede también ser definido como una instalación narrativa, combina situaciones, tiempos e identidades distintas (Núñez juega con sus personajes a todos los juegos que el mundo de los cuentos pone a su disposición: la doble identidad, la inmensa riqueza de los sueños, el poder de los recuerdos, las distintas posibilidades que se abren en la vida en cada momento y las elecciones que marcan y cierran el camino, la frágil frontera entre la realidad y la fantasía. El protagonista por ejemplo adquiere diversas formas presenciales con nombres incluidos), en una cadena con eslabones rotos pero que nunca deja de ser una cadena. Las delgadas sombras de Pérez Reverte, Umbral o Bolaño, Camus o Proust, Vargas Llosa o Joyce parecen esconderse en estas líneas. La vida y la muerte. El amor y el odio. Los secretos y las pasiones. Pero, especialmente, la muerte. Ella que siempre ha impactado profundamente al ser humano. Implica un misterio, un enigma que al mismo tiempo revela, en contraste, el signo de la vida. Más que en esta última, es en la primera donde se expresa con mayor nitidez la esencia del ser humano. Al final de la historia, el rostro de un hombre muerto es, por tanto, manifestación de vida, de aquella que dejó de ser pero que sigue siendo para quien lo mira: es eso lo que refleja la última mueca, lo que se desliza en los pliegues de piel inerte que componen el gesto eterno. Es entonces cuando un flujo de sensaciones, pensamientos, recuerdos, imágenes y reflexiones irrumpe en la mente y la atrapa en su lógica delirante, tal y como ocurre en esta breve pero intensa nouvelle. Aquí podemos leer un ramillete de vidas siempre al límite, aventuras, sueños/pesadillas, magia, sexo, amor, romanticismo, fantasía, pasiones, un mundo de sugerencias donde escuchamos las voces del pasado confundidas con el presente, esas voces que todavía nos hablan porque aún tienen que decirnos cómo entender a los fantasmas de nuestros sótanos. Este libro es, pues, una evocación de lo que fue y una búsqueda de lo que se es a partir de los sueños que un hombre puede llegar a tener, del que en realidad no se sabe más que lo que produce en quien lo mira o intenta vivir.


En palabras del autor, la historia se centra en Christopher de la Riva, aspirante a escritor, quien emprende una búsqueda obsesiva de un libro censurado, prohibido para católicos, y cuyos ejemplares fueron destruidos. Solo se conserva uno. El libro narra la historia de tres sujetos sacrofílicos que boicotearon en dos ocasiones una fiesta patronal en Puno (el 2 de febrero), profanaron iglesias, vírgenes y santos, torturaron a los curas, etc. Núñez recurre a varios narradores para contar la historia de sus personajes y la de él mismo. Asumimos que Vírgenes y herejes es un libro de extensión variable y de estilo diverso, un puzzle literario en el que la unidad de estilo es precisamente la diversidad, la fragmentación y la polifonía, conformando un collage en el que cada historia dentro de la historia total está íntimamente ligada con las demás a partir de la idea de que escribir es reescribir y friccionar con otras lecturas. Vírgenes y herejes es también un remake que muestra conflictos permanentes. Es un texto cargado de contradicciones y aguda tensión desde su propia estructura. Enfrentados en todas sus partes que dialogan entre ellas, las historias que la componen establecen una batalla entre el «contar» y el «no contar», hablar o callar, por medio de personajes conscientes en todo momento de serlo, narradores que no quieren narrar pero fracasan, verdades que acaban convirtiéndose en ficciones, diálogos directos con el lector y recuentos que se corrigen a sí mismos.


Javier Núñez en este libro que es su «autobiografía confusa» nos muestra que todo límite queda absolutamente desdibujado, que a su propia vez revela a un joven autor con una arriesgada calidad literaria, prueba de ello son los hechos vertiginosos que desencadenan pasiones políticas y también sentimentales, odios, intrigas, sucesos extraordinarios que cambiarán el rumbo de la vida de cada uno de los protagonistas, pero con una brevedad exagerada que no permite lograr en la narración lo que las novelas alcanzan.


Finalmente, diremos que gracias a Vírgenes y herejes, podemos comprender que hay hombres a los que la fortuna da siempre la espalda. A quienes el triunfo apenas roza para demostrarles que está ahí, al alcance de sus manos, ansiosas, pero que ellos nunca llegarán siquiera a tocarlo. No es para ellos. Son seres que arrastran vidas color ceniza sin saber por qué ni cómo cambiarlas. Gentes que pueblan también las estadísticas más absurdas y a quienes los políticos piden el voto. Algunas veces –muy pocas– se desesperan y se rebelan. Siembran caos y dolor. Y en esa locura violenta encuentran sentido a sus vidas, y ahí, también, se encuentran, cara a cara, por fin, con su destino. Quizás no sean tan diferentes. Para ellos es esta historia escrita, nada más y nada menos, en Puno.

CEREMONIA DE HUESOS

sábado, 14 de enero de 2012

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"[...] ¿Entonces qué queda? La poesía extirpada a la poesía misma. La poesía como la única posibilidad de fragmentarse a sí misma para nacer de nuevo, para volver a cantar, a decir todo lo callado. Y en este volver a decir no hay ninguna consideración. [...]". (Walter L. Bedregal Paz)


[XII]
Girando en mis dedos tengo tu nombre como una execración del tiempo. El mundo se detiene si paralizo mis manos. Oscurece. Una bandada de pájaros ensangrentados se posa en las higueras. Nadie dice nada. Hay un silencio aterrador, como cuando un solo verso hace toda la poesía del mundo.


[XIV]
Ahora mi locura es tierna todavía, quiero que se hagan memoria mis palabras. Quiero deshacerme de estas negras cenizas que se amontonan en mis ojos. Voy a encargar un ramo de flores blancas para que el infierno no nos sea nauseabundo.


[XXVI]
Me he esforzado como nunca por llevar palabras delgadas y puras en la punta de mi lengua; sin embargo, las blasfemias, las injurias, las plagas, las náuseas, el orín, la inmundicia; todos inundan esta oración. Creo que después de hoy no deben esperar de mí la poesía. Después de hoy, el silencio no será jamás.


[XXXV]
El amor es otro cadáver. Un despojo que permanece entre ortigas y cardos. Le han hechado ceniza en los ojos y en los labios; nosotros, por si acaso, le hemos puesto sal y azufre en los torrentes de su sangre. Ojalá nunca más tenga estas visiones: el amor es el mejor esqueleto.


(De: Leve Ceniza)


Darwin Bedoya (Moquegua, 1974) Poeta y narrador. Ha publicado los libros de poesía Jardines del silencio (1998), Yarume, primera edad del silencio (2004), Oscura ceremonia (2010), Mi padre ojos de caballo (2010), Leve ceniza (2010), Terminal terrestre (2011) y Cuadreno de ceniza (2011). En narrativa ha escrito los libros de cuento Aunque parezca mentira (2008) y Es que hacías tanta falta (2009). Ha sido miembro del consejo editorial de la revista de literatura Pez de Oro, editor de la revista de literatura La rama torcida, colaborador del boletín de letras y memoria El Katari, editor de la revista de poesía El aguafiestas y editor del boletín de letras Présago. Obtuvo varios reconocimientos literarios nacionales e internacionales en los géneros de poesía y cuento. Actualmente dirige el taller de creación literaria La tribu de los espantapájaros y es docente de literatura invitado en el colegio Andean Light, Perú.

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AQUÍ UN FRAGMENTO de CUADERNO DE CENIZA de darwin bedoya

viernes, 13 de enero de 2012

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Cuaderno de ceniza / Darwin Bedoya

Colección de poesía: Demonios interiores Nº 01

Grupo Editorial Hijos de la lluvia

132pp. Diciembre

Lima, 2011

S/. 35.00


A pedido de innumerables cartas a nuestro E-mail, (de las cuales estamos muy reconocidos) tras coordinar con el editor del libro y el autor, aquí un fragmento del libro, como lo detallaba Cuaderno de ceniza tiene en sus páginas la carga de un cántico universal, el de las conmemoraciones eternas. Bedoya no está libre de ese sentir generado al convertir en palabras la atmósfera de enigma que se respira al contemplar las huellas de la ceniza sobre la vida.




LOS ANIMALES DE LA NOCHE / 75

[Mapa de ceniza]

: aquel día, como si aconteciera la muerte de un dios, deposité los sueños del hombre sobre su pecho aún sangrante. Puse también, entre sus manos, un poco de sangre y hierba fresca, con el fin de mostrar al espíritu del viento que fue un tipo como ningún otro. Después, antes de abandonar su tumba, corté mi larga cabellera y la puse a sus pies, quise estar seguro de que guiaría su alma hacia el lugar donde viven todavía los hombres de su estirpe.

: ahora, después de mil años, todavía debe estar cabalgando presuroso hacia los nuestros. Mañana será parte del viento y de la gloria. Mañana en la misma batalla estaremos con él. Lo veré incendiando bosques. SERÁ UN PAISAJE LENTO. EMPEZARÁ A ENREDARSE ENTRE LOS CABELLOS POLVORIENTOS DE MI MADRE. SUS OJOS TODAVÍA CORONARÁN UN POCO DE ESPERANZA, PORQUE SE LE VE TAN LLENO DE CONTENTO QUE CUALQUIERA DIRÍA QUE NO ES ÉL.

: mucho tiempo después de que él me dejara olvidado en los jardines antiguos de su reino, supe que mi pensamiento no era más que un templo sumergido en la distancia, y que desde ese día la esperanza comenzaría a desgastarse entre mis manos. Ahora también sé que de nada sirve guardar las armas del reino en los rincones de mi memoria. Comprendo, al fin, que solamente sus pasos, como un viejo recuerdo, rondan, a duras penas, los límites de este reino. Presiento que nadie llegará hasta aquí, nadie cuidará el trono de mi padre, tal vez yo y mi nuevo silencio que ahora dejo sobre la aldaba de la puerta principal logremos intentar este viaje a la niebla. Intuyo que esta es la última verdad: ALGUNOS ANIMALES ESCARBARÁN FURIOSAMENTE EN MI SANGRE, BUSCARÁN LA ESPERANZA. Y antes de que sus garras den con mi corazón, siempre volveré a preguntarme: ¿Volverá mi padre pintado de sangre? ¿Volverá con sus cabellos humeando las palabras que no me supo decir?

: el dolor, la soledad, la angustia, un día de estos hallarán una frontera que les impida el camino hacia nosotros. Veo que los últimos hombres del reino bordarán los pliegues de su esperanza en una densa neblina. Porque aún se puede oír el llanto de algunos niños que cantan los sueños de aves enjauladas. Todos saben: el secreto del amor siempre fue su gesto de no creer en nada y conocer la muerte como las palmas de su mano. Estos hombres muertos que hay aquí, en este reino, escriben un signo funesto. Alguien se está dedicando a abrir las puertas del tiempo, sin ninguna compasión. Estos días, seguro que la observación minuciosa de las distancias y los vacíos y los matices de cada cosa, son el principal secreto de la vida.

: una reina de ceniza sigue siendo venerada. El Rey es un esqueleto seco, seco. Pero sus manos se mueven en los relámpagos del tiempo, más fuerte que cualquier fiera salvaje. Y la sombra del abuelo se dedica a elevar plegarias imposibles, como un silencio hundido en las más oscuras ceremonias. Nuestro reino empieza a palidecer. No hay palabras. Llueve. Echo de menos las campanas del reino. El silencio atraviesa, como un suspiro, las penas y los corazones. Ahora nuestros pasos son los pasos de una quimera que se apaga. Vienen los muertos, como las flores profundas, cantando el nombre estremecido del Rey. Vienen con la eterna victoria envuelta en sus banderas, los muertos. ¿Adónde arrastro este enorme esqueleto? Sé que mi fuerza es uno de los mejores recuerdos, y mi olvido, como un cernícalo hambriento, ronda furioso las últimas entelequias de mi padre.



[La prueba de ceniza]

: mil novecientos años después, cuando los hombres subieron a la montaña, lo primero que vieron fue su propia sombra deshaciéndose como hilachas. Así empezó nuestra procesión hacia el olvido. Aquellos días supe reconocer el paso del tiempo y también logré diferenciar los lamentos de los ancianos y niños que se quedaban atrás. NUESTROS RASTROS PARECÍAN UNA CAMINATA DE INSECTOS. Por aquellos días empezó la ceguedad de nuestros guías. Mientras que en algún lugar del camino, nuestros fracasos dormían como un perro cojo y sin dueño. De este modo fueron transcurrieron los años, bajo el sol durante el día y, en las noches, sombras como grillos saltando de un lugar para otro, guiándonos por el latido de los esquivos corazones y el sonido de las tripas, anudándose, en las panzas vacías.

: en esta larga huida, los hombres más valientes del reino, ya entrados en años, de improviso llegaron a la alucinación, entre desvaríos y lamentos enterraban sus manos en el silencio, pensando en un Rey, en un caballo lomo de piedra y cascos de hierro, en ese potro que los pudiera llevar lo más rápido posible hacia la muerte.

: algunos se enterraban junto a sus muertos. Después, entre todos esos cadáveres sembrados en el camino, solamente uno nos pudo interesar: el de el valiente sin nombre, el último que murió concibiendo los rituales del viento. En sus manos muertas encontramos una señal: descubrimos el camino indicado por la lluvia y el humano olvido. Dicen que él bebió sorbos interminables de tu sangre.

: hubo una temporada que caminábamos, otra vez, a tientas. Existió un amanecer, un instante en el que los hombres últimos del reino segaban las súplicas de su destino, a duras penas. Otros hombres se rasgaban las vestiduras y se afligían hasta el cielo. Encharcaban sus ojos hasta el ahogo; por eso, en los días posteriores nos acostábamos en las faldas de la tristeza y con un puñado de tierra rociada sobre nuestros sueños. Podíamos oír el lamento del hombre hijo del Rey, casi como una maldición. Cocinaba gatos y hurones a las tres de la mañana.

: aquellas veces teníamos los ojos inundados con el miedo y la desolación. NUESTRAS MANOS, DESESPERADAS AVES, SE POSTRABAN EN EL CALOR DE NUESTROS PECHOS, LENTAS, COMO FLORES SUAVES QUE MUEREN EN LA MESA DONDE SOLÍAN DESCANSAR LAS BARBAS DEL ABUELO. Presumo que jamás quisimos algo así. Presumo.

: había una mujer que se dedicaba a untar mis pómulos con bálsamos de sangre. Junto a mi lecho repetía, con suaves palabras, los nombres de los últimos sobrevivientes, sólo entonces mi memoria se colmaba de pájaros. Pero nosotros, exhaustos como estábamos, sentíamos la presencia de lo que algunos llaman vacío y otros desmoronamiento. Alguna vez, las terribles noches pudieron extirpar mis párpados con sus labios filudos. Alguna vez sus palabras venenosas trazaron en mi esqueleto el mapa de la ceniza. Entonces podía sentir cómo era que todos los fantasmas se mojaban.

: quisiera recobrar la sabia paciencia de la contemplación de las distancias, pero hay un chasquear de viejos árboles donde inflaman su buche los cernícalos, ellos presienten la inminente llegada de los diluvios. Seguro que nunca más podremos descender al lugar del tiempo y sus apariciones momentáneas.

: Ya no podré recordar que venía desde el centro de una tierra invisible. CABALGARÉ DESDE UN MUNDO CERCANO AL SOL. OLVIDARÉ QUE FUI EL ÚLTIMO HOMBRE QUE AL CERRAR LA FILA ESCUPÍA SUEÑOS Y A VECES ESPINAS. Jamás volveré a recordar que fui el que reconocía los cadáveres de los valientes y los ancianos. No habrá otra memoria para los esqueletos de mis padres, de mis hermanos. Ahora soy el cadáver de todos ellos.



(Coalaque, quebrada de los damascos, 1953. Libro décimo, Canto 72, Rituales de la oscuridad. Los animales de la noche. p. 96)




MAYOR INFORMACIÓN


Bedoya: Cuadernos de ceniza

jueves, 12 de enero de 2012

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Hace ya algunas semanas que Walter Bedregal, impulsor de un grupo literario en Puno bajo el signo de la editorial Hijos de la Lluvia, ha enviado algunos adelantos del nuevo libro de Darwin Bedoya, que poco a poco va encontrando su ruta a golpe de dar pasos seguros. Aquí una muestra que venía postergando. Saludos a orillas del Lago.




Cuaderno de ceniza / Darwin Bedoya

Colección de poesía: Demonios interiores Nº 01

Grupo Editorial Hijos de la lluvia

132pp. Diciembre

Lima, 2011

S/. 35.00





[La prueba de ceniza]



: mil novecientos años después, cuando los hombres subieron a la montaña, lo primero que vieron fue su propia sombra deshaciéndose como hilachas. Así empezó nuestra procesión hacia el olvido. Aquellos días supe reconocer el paso del tiempo y también logré diferenciar los lamentos de los ancianos y niños que se quedaban atrás. NUESTROS RASTROS PARECÍAN UNA CAMINATA DE INSECTOS. Por aquellos días empezó la ceguedad de nuestros guías. Mientras que en algún lugar del camino, nuestros fracasos dormían como un perro cojo y sin dueño. De este modo fueron transcurrieron los años, bajo el sol durante el día y, en las noches, sombras como grillos saltando de un lugar para otro, guiándonos por el latido de los esquivos corazones y el sonido de las tripas, anudándose, en las panzas vacías.


: en esta larga huida, los hombres más valientes del reino, ya entrados en años, de improviso llegaron a la alucinación, entre desvaríos y lamentos enterraban sus manos en el silencio, pensando en un Rey, en un caballo lomo de piedra y cascos de hierro, en ese potro que los pudiera llevar lo más rápido posible hacia la muerte.


: algunos se enterraban junto a sus muertos. Después, entre todos esos cadáveres sembrados en el camino, solamente uno nos pudo interesar: el de el valiente sin nombre, el último que murió concibiendo los rituales del viento. En sus manos muertas encontramos una señal: descubrimos el camino indicado por la lluvia y el humano olvido. Dicen que él bebió sorbos interminables de tu sangre.


: hubo una temporada que caminábamos, otra vez, a tientas. Existió un amanecer, un instante en el que los hombres últimos del reino segaban las súplicas de su destino, a duras penas. Otros hombres se rasgaban las vestiduras y se afligían hasta el cielo. Encharcaban sus ojos hasta el ahogo; por eso, en los días posteriores nos acostábamos en las faldas de la tristeza y con un puñado de tierra rociada sobre nuestros sueños. Podíamos oír el lamento del hombre hijo del Rey, casi como una maldición. Cocinaba gatos y hurones a las tres de la mañana.


: aquellas veces teníamos los ojos inundados con el miedo y la desolación. NUESTRAS MANOS, DESESPERADAS AVES, SE POSTRABAN EN EL CALOR DE NUESTROS PECHOS, LENTAS, COMO FLORES SUAVES QUE MUEREN EN LA MESA DONDE SOLÍAN DESCANSAR LAS BARBAS DEL ABUELO. Presumo que jamás quisimos algo así. Presumo.


: había una mujer que se dedicaba a untar mis pómulos con bálsamos de sangre. Junto a mi lecho repetía, con suaves palabras, los nombres de los últimos sobrevivientes, sólo entonces mi memoria se colmaba de pájaros. Pero nosotros, exhaustos como estábamos, sentíamos la presencia de lo que algunos llaman vacío y otros desmoronamiento. Alguna vez, las terribles noches pudieron extirpar mis párpados con sus labios filudos. Alguna vez sus palabras venenosas trazaron en mi esqueleto el mapa de la ceniza. Entonces podía sentir cómo era que todos los fantasmas se mojaban.


: quisiera recobrar la sabia paciencia de la contemplación de las distancias, pero hay un chasquear de viejos árboles donde inflaman su buche los cernícalos, ellos presienten la inminente llegada de los diluvios. Seguro que nunca más podremos descender al lugar del tiempo y sus apariciones momentáneas.


: Ya no podré recordar que venía desde el centro de una tierra invisible. CABALGARÉ DESDE UN MUNDO CERCANO AL SOL. OLVIDARÉ QUE FUI EL ÚLTIMO HOMBRE QUE AL CERRAR LA FILA ESCUPÍA SUEÑOS Y A VECES ESPINAS. Jamás volveré a recordar que fui el que reconocía los cadáveres de los valientes y los ancianos. No habrá otra memoria para los esqueletos de mis padres, de mis hermanos. Ahora soy el cadáver de todos ellos.

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Tomado del blog: http://lasillaprestada.blogspot.com/ 12-01-12

CRISTIAN AVECILLAS PRESENTA SU OBRA TEATRAL "FUNERARIA TRAVEL" EN LIMA

miércoles, 11 de enero de 2012

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CRISTIAN AVECILLAS PRESENTA SU OBRA TEATRAL

"FUNERARIA TRAVEL" EN LIMA





La Embajada del Ecuador en Lima se complace en presentar al
Grupo “Teatromiento” de Ecuador con la obra teatral “Funeraria Travel”
escrita por el joven dramaturgo guayaquileño Cristian Avecillas.


Funeraria Travel no es una parodia sino una realidad debajo de la cual no podremos descender y más allá de la cual no podremos distanciarnos excepto cuando lo inesperado tome forma de proclama.


Ante un cadáver imposible, dos existencias se aprestan a “obtener bastante capital”, por lo que se dedican a “idear el mejor negocio”. Infatigables y atrevidos, moviéndose de lo sublime al disparate, Sucu y Moria lucharán por materializar múltiples ocurrencias comerciales, maquinando siempre la manera de aprovecharse de los demás: ni la inteligencia ni la sensibilidad habrán de sosegar su empeño por enmascarar con necesidades ajenas sus remuneraciones personales.


Funeraria Travel "permite un diálogo estético con el público de distintos países hasta sumergirlo en un juego dramático que indaga de manera exquisita la condición humana"; según el fallo razonado del Premio de Dramaturgia, Argentina 2009.


Las virtudes de Funeraria Travel son su dramaturgia poética y humorística, identidad contemporánea de sus contenidos, energía técnica y rítmica desplegada en escenario y capacidad interpretativa para que los dos actores logren representar varios personajes.

Actúan Estefanía Solórzano y Cristian Avecillas.

Se realizarán dos presentaciones una el jueves 12 y otra el viernes 13 de enero ambas a las 20.00 horas, en el Auditorio Julio Ramón Ribeyro del Centro Cultural Ricardo Palma de la Municipalidad de Miraflores (Av. Larco 799, Miraflores), Lima.

La poesía de Carlos Fonseca

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Un dedo ciego me toca el pecho y de allí brota una flor:

La poesía de Carlos Fonseca


Escribe: darwin bedoya

Porque en mis manos nació una sombra que canta. Porque en un triste coro de insectos se refugia mi boca y mis palabras deambulan en un suspiro. Porque a mi pecho lo azotan los recuerdos ajenos y en el declive de esta tarde una metáfora me ofreció una flor de cuatro pétalos, esta voz barroca y hueca es necesaria. (Fragmento del diario de un poeta, I, p.11), así comienza el libro que posee un título al modo de una expresión de Joyce: Una oscuridad brillando en la claridad que la claridad no logra comprender(Madrid, 2008, 84pp.), XX Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe a la Joven Creación, del poeta Carlos Fonseca (Nicaragua, 1988)publicado en Madrid por Visor en el volumen DCLXXXI de su Colección Visor de poesía.

La poesía de Fonseca está llena de asombro, de un sublimar constante y de un potentísimo sentido de la eternidad. Las tres partes que componen el libro (Fragmentos del diario de un poeta. El sermón de la sombra. Otro demonio, otros huérfanos) vislumbran esa eternidad que emerge del fuego de la palabra, del insondable lirismo cuyo sonido despertará los más profundos estremecimientos humanos. Carlos Fonseca aprehende el oráculo de una realidad reservada a la estirpe de una poesía diferente, pero rotunda y consecuente, allí donde el poema es el trasunto esplendoroso de ese sentir que se da más allá del vacío. Fonseca ha construido un bello reino de recónditas palabras, de signos bifurcados, de sombras irreales, de retratos sepultados y de amores redimidos. Pero, ante todo, el libro está construido con una enrarecida magia metafórica, donde fluye una riqueza de imágenes desbordante con tonalidades lúcidas y atmósferas deslumbrantes.

Una oscuridad brillando en la claridad que la claridad no logra comprenderes el libro que simboliza en sí la travesía mágica de la creación. Desde el epígrafe, que parte con versos de Alberto Caeiro, hasta donde surgen también referentes como T.S. Eliot, Joaquín Pasos, Carlos Martínez Rivas y el mismo Pessoa; Fonseca va hilvanando una poesía a veces surreal, a veces demasiado lírica y otras, notoriamente amatoria. Pero, el poeta, sabe reconocer la vertebración honda de las cosas, el alma subterránea que posibilita la luz y los afluentes de la luz. Creo que este libro es un sorprendente ejercicio de lucidez creadora. Fulgura cuando todo es sombras y paisajes herrumbrosos. Acontece cuando sucede la incomprensión. La voz del poeta surge con extraña intensidad y mágico flujo.

Carlos Fonseca ha penetrado en una significación día/noche, claridad/oscuridad de la existencia humana, haciendo de la poesía el camino a la verdad y la certeza, el único camino a lo absoluto, de esencia inefable. Es éste, pues, el sentido más general del libro, su centro poderoso de gravitación.

Entre 1,081 participantes, procedentes de 33 países, y de los cuales aproximadamente un veinte por ciento fueron menores de 30 años, Carlos Fonseca Grigsby ha logrado separar su espacio en la amplísima avenida de la nueva poesía latinoamericana.

Aquí unos versos:



Retrato N° 2:

Suelo pensar a veces… a veces,
que Dios puso mi tristeza en tu vientre
y que tú la pariste.

Que hasta después de ese acto,
yo aprendí a llorar.

Y que entonces aprendí
que mis lágrimas son seres
que misteriosamente te recuerdan
con igual o más intensidad que yo.

––Arráncate el pecho,
abre tu corazón,
que allí yazgo, extendido sobre una camilla,
como un paciente esperando por ser operado––

Yo te he construido un reino de palabras.

Un reino en ruinas. De agrietados castillos de viento
y un trono fantasmagórico. De fuentes lacrimosas
y jardines inmarcesibles que se han marchitado
desde que tu ausencia posó desnuda en el tiempo.

Y cielos, cielos inmensos

Que no son más que la tumba del cadáver de un crepúsculo.

Un reino,

Donde las puertas al infinito han quedado sin cerradura

Y mi soledad es un lugar que está en todas partes.

En su arquitectura se disputan las dimensiones del olvido y

Del recuerdo.

En él, en ese perdido reino, no se ha pronunciado tu nombre jamás.

Sus estatuas no tienen vida. Las personas que lo pueblan son muertos.

Y la voz del día es como un silencio elegíaco.

Y la voz de las noches es como un llanto perezoso de tu sombra.

A veces… a veces, el poeta no me basta.

Quiero arrancar a la palabra amor de la realidad

––Dejar su grieta por unos días––

Tenerla entre mis manos (pájaro herido) y llevarla hacia el país de Mí.

…tan inerme que se ve en minúscula. Y

Con mis mismas manos de matar,

Arrancarle los tendones, disputarme sus vísceras,

Enterrar su esencia en el panteón de la palabra olvido.

Hasta que entonces, deformada por mi humanidad,

La renombre “Polvo” y la deje revolotear de nuevo en la realidad;

Como un pájaro que viene de la libertad de la jaula

A la prisión de los árboles.

He soñado, también, que nos llovemos sobre los paraguas de la soledad.

Y también conozco la silla de la que te has levantado,

que hoy está vacía. Y la humedad que dejaron tus últimas palabras

en mi pañuelo de despedida,

como si alguien se hubiera secado las lágrimas con él.

[deEL SERMÓN DE LA SOMBRA, pp. 32, 33]



LO QUE EL BESO LE DIJO A LA AUSENCIA

Está tu espalda en la herida albura de mi memoria.

Por ahora sólo tu espalda. Ahora están tus labios.

Y su sabor que todavía danza sobre los míos.

Recuerdo tus labios y tu espalda.

Pero viene formándose desde el mar de vos

una ola que poco a poco crece

y aumenta su volumen y el de su cabello de espuma

¡hasta que rompe contra mi rostro!

Entonces, de golpe, estás completa y total.

Y no sólo está tu espalda sino la astronomía de sus lunares

Y no sólo están tus labios y su sabor sino

la dulce sangre de todas las palabras que asesinamos

mientras ocurría el beso.

Ahora puedo escribir que

en tu desnudez, la belleza se viste de sí misma.

Que quisiera que (ahora, en este instante)

tu brazo extendido sobre la cama se convirtiera en la imagen

del alambre sobre el cual los pájaros de mis labios

vieron el amanecer

y cantaron.

––Que tengo una caricia derrotada por tu ausencia.

Ahora un magro no-sé-qué navega lerdo por mi boca.

Un desasosiego con cola y dientes.

El perdido marbete de una estrella danzante.

Es que imágenes fantásticas desean desembocar en algo único:

en el espacio entre tus senos y la noche,

mis palabras se vuelven manos.

Por eso me he aguantado hasta ahora

para escribir sobre la playa que es tu nombre,

la playa reservada para tu mirada sin ojos

y mi sonrisa sin dientes. Sobre

el árbol que crece sobre tu vientre,

el coro de gigantes que se aproximan que trae tu caminar.

Busco las llaves de tu habitación.

Sé que allí encontraremos las letras que faltan en el alfabeto del silencio.

[deEL SERMÓN DE LA SOMBRA, pp. 52, 53]



REINVENTO DE LA SOLEDAD


¿Se acuerdan de los Demonios Internos? ¿Se acuerdan del Adán de la oscuridad? ¿Jeladrana? Ahora estoy inerme. Algo está roto entre las palabras y la voz. Entre las sílabas de la palabra soledad, crece un musgo, y más alto, su rol empieza a derretirse sobre sus letras como una candela derretida; luego, en el centro exacto de la soledad, el hombre es de repente un lugar donde las cosas se marchitan. Y todo esto ocurre bañado en la sangre del corazón de la noche.

La soledad debe ser reinventada.

––Nuestras soledades tienen alas.
Pero son cosas simples. Más simple
que una manzana, un beso en la mejilla,
el sol ardiente del mediodía. Sólo que estos
tienen garras, son partes de la realidad, tienen una nostalgia
de piñatas quebradas que lloran en sus adentros.
Pero si hacemos un pacto ––en estos versos muy contemporáneos––

y de la simpleza (manzana–beso–sol) de nuestras soledades
pudiéramos sacar algo sobreviviente, luminoso entre
tanta oscurana, seríamos menos solitarios. Comenzaríamos
por un brazo, un brazo que salga de una soledad para acariciar
a la otra, sujetarle la mano invisible, darle una palmada.
Luego unos labios como los del silencio, para que mientras una
soledad acaricia a la otra, la otra pudiera besarla, y sembrar en ella, amor.
Luego un ojo. Sólo un ojo. Pero que pudiera ver a través de la otra soledad,
no ver lo que está detrás de ella, sino adentro de la soledad, donde hay una
soledad aún más sola. Y así, poco a poco, iríamos construyendo casi
una persona llamada soledad, para que en lugar de que seamos dos niños solitarios,
seamos dos niños felices, que reinventaron la soledad acompañándola––

[deOTRO DEMONIO, OTROS HUÉRFANOS, pp.81, 82]