"El desierto es mi Macondo”

martes, 11 de mayo de 2010

 



Escritor chileno Hernán Rivera Letelier recibió el premio alfaguara en Madrid. Su novela El arte de la resurrección cuenta la historia de un predicador que creyó ser Cristo reencarnado.

Madrid. EFE.


El escritor chileno Hernán Rivera Letelier se sentía como “un impostor que le usurpa el puesto a alguien” al recibir el Premio Alfaguara por El arte de la resurrección, pero esta novela estaba predestinada a lograr algo grande: es la undécima de su trayectoria y el once es su número de la suerte.

El Cristo de Elqui
“Todo lo importante que me ha pasado en la vida tiene que ver con el número once”, bromeaba Rivera Letelier tras recibir este galardón, dotado con 175 mil dólares, por una novela en la que recrea las andanzas del Cristo de Elqui, un iluminado que se creía la reencarnación de Cristo y que en los años 40 recorrió parte de Chile dando sermones.

El arte de la resurrección es una novela “barroca al estilo latinoamericano” y está a la altura de las obras de “García Márquez, Juan Rulfo o Vargas Llosa”, subrayó Manuel Vicent, presidente del jurado del Premio Alfaguara.

Sonriente y relajado, Rivera Letelier contó que, desde que empezó a tener éxito con la literatura, “hace quince años”, se siente “como un impostor”. Pero durante la entrega, esa sensación era “más potente” y en cualquier momento esperaba que alguien le iba a dar “un puntapié” y lo iba a “enviar de vuelta al desierto de Atacama”, donde vivió 45 años.

“Ese desierto es mi hábitat, mi Comala, mi Macondo, mi Santa María”, dijo Rivera Letelier antes de recordar cómo el personaje del Cristo de Elqui se fue abriendo paso poco a poco en varias de sus novelas y, en cierto modo, le estaba pidiendo a gritos que le dedicara una entera.

Tras investigar la vida de Domingo Zárate Vera, el iluminado al que luego llamarían el Cristo de Elqui, Rivera Letelier se dio cuenta de que “el Cristo había sabido elegir a quién tenía que contar su historia”, y ese era el autor de Los trenes van al purgatorio.

“No podía ser otro en Chile el que contara esta historia, porque yo tenía en mis genes el lenguaje para hacerlo”, afirmó Rivera Letelier, para recordar a renglón seguido que ese lenguaje lo aprendió de su padre, que fue predicador.

En la novela premiada logró crear “un Cristo humano, humanamente divino o divinamente humano”, añadió.

“El primer milagro de este Cristo es haberme dado este Premio”, decía Rivera Letelier, antes de contar que todo lo importante de su vida tiene que ver con el número once.

La suerte del once

Rivera nació “un día 11” y el primer texto que escribió fue una redacción escolar “a los 11 años”.

En 1997 realizó su “primer viaje a Europa como escritor” y estaba “muy asustado”, porque pasar de la pampa chilena a París no era fácil. Cuando el avión aterrizó el cuentakilómetros marcaba el 11.111, y Rivera supo desde ese momento que le iba a ir bien en Francia. Años más tarde lo hicieron Caballero de la Orden de las Letras: “de minero a caballero”, decía hoy el escritor.

Un 11 de noviembre, a las 11.00 horas, le entregaron el Premio del Consejo Nacional del Libro por La reina Isabel cantaba rancheras, la novela que le cambió la vida y que le permitió pasar de “proletario a propietario”. Y, de momento, su suerte acaba con El arte de la resurrección, su undécima novela, merecedora del Premio Alfaguara.

Datos

Autor. Hernán Rivera Letelier (Talca, 1950). Entre sus obras figuran La reina Isabel cantaba rancheras(1994) y Los trenes van al purgatorio(2000).

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