Inventario
de mundos imposibles
Apuntes
sobre lo fantástico y el signo de la muerte
en Está rugiendo otra vez de
Patricia Nasello
darwin bedoya
1.
En La
especie fabuladora, la escritora Nancy Huston señala que todo en nosotros
es fabulación, desde las cosas que nos contamos a nosotros mismos hasta los
mitos, las religiones, los relatos históricos o las utopías políticas. La
historia de la humanidad está hecha de una suma de relatos trasmitidos en el tiempo
con el propósito de edificar una realidad que nos sirva de certeza, de suelo
donde apoyarnos, algo que nos sostenga en el mundo. Un lugar donde la invención
sea útil.
2.
En consonancia con la ruta fabuladora, David
Roas, en su libro Tras los límites de lo
real, una definición de lo fantástico, menciona que lo fantástico
contemporáneo asume que la realidad es producto de un diseño en el que todos
participamos. Pero dicha asunción no impide que siga siendo necesario el
conflicto entre lo narrado y la realidad extratextual para que se produzca el
efecto de lo fantástico. La direccionalidad inminente es que todo relato
fantástico propone, transgrede y no se limita únicamente a su dimensión
argumental y temática, sino que también se manifiesta en el nivel lingüístico:
la fabulación fantástica.
3.
Hay una senda vasta y diversa en materia de lo
fantástico en la narrativa breve actual —estrictamente en el microrrelato—,
donde autores como Ángel Olgoso, Miguel Ángel Zapata, Ana María Shua, Andrés
Neuman, Fernando Iwasaki, Paola Tena, Jorge Aguiar, Manu Espada, Rosana Alonso,
entre otros, escriben, en mayor o menor grado, microrrelatos signados por lo
fantástico. Bajo esta configuración, si nos detenemos en Está rugiendo otra vez, Quarks Ediciones Digitales (Perú, 2020) de
Patricia Nasello (Argentina, 1959), nos daremos cuenta de que uno de los
aspectos más sugerentes de este libro es el uso de elementos de lo fantástico y
lo onírico que, al ser conjugados, proyectan con eficacia una dimensión
inquietante en la lectura del texto.
4.
Desde El
manuscrito (2001) hasta Está rugiendo
otra vez, pasando por Nosotros somos
eternos (2016) o Una mujer vuelta al
revés (2017) y Qué buen disfraz de
leona (2019) los microrrelatos de Patricia Nasello tienen un aire de
fecundidad y estirpe fantástica. La memoria como punto de partida. El ser
humano como personaje referencial de equilibrio. Lo fantástico como eje
articulador de las fabulaciones. Lo autorreferencial como marca de coherencia.
La palabra como signo de precisión. La muerte como tema evocativo, como marca
de desilusión y fatalismo hacia la naturaleza y condición humanas. Es con estos
elementos que este libro pone de manifiesto la actualidad y ductilidad del
microrrelato en la literatura contemporánea.
5.
En este volumen de microrrelatos la autora muestra una marcada
predilección por la fabulación fantástica y por la construcción de fragmentos
instantáneos de la cotidianidad donde, además, aborda los arquetipos sobre la
muerte, los sueños, la nostalgia y la memoria, haciendo evidente una invención
que concluye en la transgresión de los límites de la realidad. En esa bifurcación
es posible percibir la irrupción de elementos sobrenaturales que apuntan a la
trascendencia de un efecto enajenador en el sujeto lector que se encuentra
frente a un texto no transparente,
visto, evidentemente y únicamente, desde la realidad. En las páginas de este
título se aúnan quince microrrelatos que acometen, desde su brevedad, a la
revisitación de seres y mundos fantásticos, aparentemente desprovistos de
derivaciones en las traslaciones que podría hacer el lector. Se podrá ver que
cada texto supone una continuación del ejercicio de la brevedad, la raíz que
hace que el microrrelato no se quede en el papel y pueda fluir.
6.
En este libro lo fantástico se manifiesta en los
momentos del microrrelato donde el lector se detiene en la molicie de la
ambigüedad que la vacilación provoca. En ese intervalo donde la representación
e instauración de un vértigo de la razón desconcertada aflora y acomete al
lector llevándolo al borde del titubeo. Casi todos estos microrrelatos
seleccionados de libros anteriores para el volumen Está rugiendo otra vez tienen ese componente fantástico que remarca
el desasosiego y una aproximación perturbadora al lector, porque los elementos
fantásticos desconciertan la concepción de la realidad tal y como la
percibimos, pero, a la vez, le otorgan al texto una pulsión de conectividad
ininteligible que se resuelve en las inferencias del lector. Y es, con mayor
regularidad, en el microrrelato, donde lo fantástico adquiere un marco de
asombro verosímil para lograr el efecto que el autor se propone alcanzar: la
extrañeza que otorga la comprensión, aquello que el crítico de minificción Enzo
Beluzzi ha venido a llamar micromedios
magnéticos en su libro Intervenciones
textuales en la minificción.
7.
Lo fantástico, con mayor o menor incidencia, se
da desde «La caricia», microrrelato
que apertura el libro, hasta «Voraz» que
cierra el conjunto y, del cual se desprende el título del libro, no solo se
sobrepone lo fantástico, sino también la proximidad y conexión entre el mundo
onírico y la muerte. Al repensar y recrear de manera constante el tema de la
muerte que se concentra y reitera en frases como: «Visito el camposanto» (p.
9), «Fruto envenenado» (p.10), «Otros padecen una muerte» (p.11), «Nosotros
también matamos» (p.12), «Va a morir» (p.13), «Sin darse cuenta que ha muerto»
(p.16), «La maté porque era mujer» (p.17), «Se nace para morir» (p.18), «La
muerte instantánea» (p.19), «El tío amaneció acuchillado» (p.20); la autora nos
hace reflexionar sobre las distintas formas de la violencia simbólica sobre la
poética del cuerpo. Todos los microrrelatos de este breve libro trazan una
línea de fijación que luego se convierte en la subsunción del primero por el
último, cerrando de ese modo el círculo de vida y muerte, a veces empleando la
ambigüedad semántica y la intertextualidad literaria, elementos recurrentes del
microrrelato. Bajo esos preceptos, la autora, en estas fabulaciones, pone de
manifiesto el retorno a esa tradición literaria que destaca las conexiones que
se pueden establecer entre vivos y muertos. Crea un lazo mediante memorias que
son fabuladas a través de la traslación de eventos del pasado que se han
quedado sin explicación o, simplemente, intenta satisfacer alguna curiosidad
que en el mundo de los mortales jamás se podría llegar a conocer.
8.
En
los microrrelatos de este libro subyace la idea de una corporeidad preparada y
expuesta que con el empleo de la ambigüedad o la diseminación de indicios
significativos, alude a lo inevitable de las transformaciones que implica lo
fantástico: «Quizá se debió a un ansia inconsciente de elevarme hasta
encontrarte, o a un efecto de la desesperación; el caso es que comencé a
volar». (La caricia, p.9), «Por unos momentos él permanece de pie, dos lagos
quietos los ojos, sin darse cuenta que ha muerto. Algo habrá leído ella en el espejo
de esos ojos y algo de barco que se hunde ocurre luego porque siente que
naufraga dentro de sí misma y el cuerpo del hombre, sobre la tierra calcinada,
se diría un madero flotando a la deriva». (Retrato de mujer con dragón, p.16).
«Una mañana mi esposa cocinó empanadas santiagueñas —esas dulces, que
no me gustan— yo las tomé y las arrojé al pozo. En el patio de mi casa siempre
hubo un pozo. // Alguna vez pensé que debía rellenarlo, creo. // La noche que
ella se fue ahí mismo tiré las fotos del casamiento. Más un par de sacos
apolillados y varias partituras de Ravel. // Esa misma noche, lo oí rugir por
primera vez». (Voraz,
p24). La
tensión narrativa se da como resultado de fuerzas constantes que desarrollan
una idea elíptica constante: la corporeidad como metáfora del silencio. La
desrealización de algunos elementos narrativos se involucra también en la
consecución de las vías más productivas del microrrelato contemporáneo y lo que
este supone: la recomposición del puzzle.
9.
Tal vez los microrrelatos más auténticos sean
aquellos que no son ni del todo fantásticos ni del todo lógicos. Quizás los
mecanismos textuales, las técnicas narrativas, la disposición del material
verbal con el que se construyen las historias de este libro gocen de cierta
intertextualidad que se constituye como elemento configurador de una trama
mayor que es exclusiva del microrrelato. La prosa de Nasello sortea los lugares
comunes y nos hace revelaciones de marcada importancia a través de un lenguaje
cuyos rasgos principales son la condensación de ideas, la construcción de
frases cortas que semejan una exhalación. Verbos que nos permiten concebir la
lectura de una idea donde la acción posee una naturaleza dialógica. Escenas
donde la voluntad y destino se entrelazan y se imponen, porque la vida, aunque
sea rodeada de todo y nada, no quiere detener su rumbo.
10.
En los quince microrrelatos de Está rugiendo otra vez, Patricia
Nasello continúa su cabal inserción narrativa en este género literario. Su voz
se desplaza con un equilibrio arquitectónico por la brevedad, dejando en alto
su destacable destreza para narrar lo que no puede ser narrado. La autora se
enfrenta al reto de encontrar las palabras que traduzcan ese mundo fantástico
con escenas de aquellos seres que persisten en esos fragmentos de la
imaginación, de las alegorías directas al recuerdo y la memoria que son los
mecanismos para internarnos a universos insólitos donde lo más inaudito se hace
posible. Independientemente de que siempre resulta complejo cualquier intento
de acercamiento a la obra de Patricia Nasello, Está rugiendo otra vez es un conjunto antológico digno de atención
por acercarnos a la lucidez y pulsión narrativas. Entre las aportaciones de
este trabajo, hay que subrayar la percusión constante de una técnica alcanzada
en la brevedad, tan cierta e ineludible como sus palabras. También esa rara
limpieza y concisión que llenan de frescura la minificción y nos señalan que el
microrrelato latinoamericano está emprendiendo el camino hacia un nuevo auge.
Ciudad del Titikaka,
julio de 2020
0 comentarios:
Publicar un comentario