Omar Aramayo
Efraín Miranda Luján se está muriendo y nosotros lo estamos dejando morir. Lo visité hace unas horas en compañía de Lolo Palza, Carlos Mendoza, Sandrita Mendoza. No me dio pena, nada, me dio dolor y cólera, indignación. No entiendo, por Dios que no entiendo, cómo tanto homenaje, cómo tanto periódico, revista, estudios, y ninguna manifestación práctica, de amor al prójimo, para retenerlo siquiera un poco. La falta de cuidado, de una enfermera, de alguien que pueda procurarle un poquito, sólo un poquito de calidad de vida, es abrumadora. Me dijeron que andaba loco, no es verdad, sus reflejos obedecen a la realidad perfectamente; me vio y como un relámpago me dijo: Omar, hace diez años que no nos vemos. Tenía miedo a que no me reconociera, a encontrarlo en un mar de tinieblas e incoherencias, pero está claro y lúcido, sabe lo que quiere y lo que dice; pero sufre de abandonado. Su hermano se lo trajo de Puno hasta esta casita en jirón Zela de Arequipa, pero ella es otra anciana y tampoco puede procurarle más atención. Y con las bajas pensiones que reciben los maestros del Perú. No es posible contemplar a uno de los hombres más lúcidos del país en ruinas. Se ha caído y tiene una costilla rota, cicatrizada ya. Ha caído otra vez y tiene una cicatriz en la cabeza. No podemos hacer una descripción de la situación patética en la que vive, sería ruin y cruel. Y los congresistas, y alcaldes, el presidente de la región que se llena la boca con palabras de amor a la patria y a los valores. Por favor, amigos, por favor, escríbanme con sugerencias prácticas, es necesario tenerlo con nosotros todo lo que se pueda. Que no muera como Sologuren, Bendezú o Romualdo. El Perú no puede asesinar a sus poetas.
* Los correos de Omar Aramayo son: o_aramayo@hotmail.com y o_aramayo@uap.edu.pe
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