Publican sus apuntes de clases. Como profesor era informal, ocurrente. Algunos alumnos se encandilaron y otros abandonaron
sus cursos.
sus cursos.
Vladimir Nabokov, además de escritor, trabajó como profesor universitario durante 20 años en Estados Unidos. Así lo recuerda el diario chileno La Tercera con una crónica a propósito de la publicación de Curso de literatura rusa y Curso de literatura europea, los apuntes de clases que nunca quiso publicar. El autor de Lolita era un profesor muy especial, informal e irritante, pero también ocurrente y no pocos de sus alumnos terminaron encandilados. Claro, también hubo quienes abandonaron sus clases.
El escritor llegó a EEUU en 1940 de París, huyendo de los nazis. Mucho antes había dejado San Petersburgo tras el triunfo de la revolución y como la suya era una familia aristocrática debieron refugiarse en Berlín. Allí se ganó la vida sobrevivió haciendo clases de inglés, francés, boxeo, tenis y prosodia.
La Tercera cuenta que cuando inauguró sus clases en la Universidad de Cornell en 1957 les pidió a sus alumnos leer desde esa misma tarde Ana Karenina porque así tendrían tiempo para leer las 800 páginas dos veces antes del examen.
Pero no solo eso. Nabokov no comulgaba con las teorías, visiones academicistas y la solemnidad profesoral. No, él era distinto. “Al leer, debemos fijarnos en los detalles, acariciarlos”, decía.
Solía hacer preguntas inimaginables. Pidió, por ejemplo, que “Describa el papel pintado del dormitorio de los Karenin”. O sea, eso era darse cuenta de una aguja en un pajar.
Pero la pregunta era cierta. La respuesta se encontraba en el capítulo 17: “Ana agoniza en la cama y entre su delirio tiene un momento de lucidez. Fija la vista en la pared y señala: ‘¡Con cuán poco gusto han dibujado esas flores, no parecen en absoluto violetas!’”, dice La Tercera.
Sus clases también servían para manifestar sus filias y fobias a los escritores. No le gustaba Dostoievski. “Al lado de Kafka, decía, Thomas Mann es un enano. Y Freud no era más que un charlatán vienés”, anota el diario sureño.
Para iniciar sus clases sobre literatura europea, pidió a su amigo Edmund Wilson sugerencias de autores ingleses. Wilson le recomendó a Jane Austen y a Dickens. “Le agradezco su sugerencia”, respondió Nabokov, pero “no me gusta Jane (...). No soy capaz de ver nada en Orgullo y prejuicio..., pondré a Stevenson en lugar de Jane A.”. Pero Wilson insistió y Nabokov leyó a Austen.
Y el curso lo empezó con Austen. Además de las obras de Dickens y Austen, revisó otras novelas europeas como Madame Bovary de Flaubert, El extraño caso del doctor Jekyll y mister Hyde de Stevenson, Metamorfosis de Kafka y, claro, Ulises de Joyce, de la cual decía: “Es una divina obra de arte y vivirá a pesar de los insignificantes académicos que la convierten en una colección de símbolos o de mitos griegos”.
Así era el maestro Vladimir Nabokov, pero sin duda Lolita será siempre su mejor lección.
Fobias y filias del papá de Lolita
1] “Pushkin, Shakespeare y él mismo son sus tres escritores preferidos. Mann, Faulkner y André
Gide comparten el dudoso honor de ser los tres escritores que más detesta”, describió el diario de Wellesley.
2] Entre los escritores rusos, al que más amaba era a Chéjov. Aunque no era un artista verbal, admiraba sus detalles, su delicadeza para transmitir estados de ánimo. A su vez, lo que más detestaba –tras Dostoievski– era la novela “proletaria” de Gorki. “¡La literatura soviética no existe!”, decía.
3] “En nuestras relaciones con Jane Austen, hemos tenido que hacer cierto esfuerzo. En el caso de Dickens, nos demoramos en la mesa con nuestro oporto dorado”, escribe. “Sencillamente, hemos de rendirnos ante la voz de Dickens: eso es todo”.
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