Carlos Mendoza
Cuerpo enamorado
Colección de poesía contemporánea
Jaula de papel Nº 01
Grupo Editorial "Hijos de la lluvia"
pp.68 diciembre 2010
Juliaca Perú
Colección de poesía contemporánea
Jaula de papel Nº 01
Grupo Editorial "Hijos de la lluvia"
pp.68 diciembre 2010
Juliaca Perú
En la mesa de Honor: Walter L. Bedregal Paz, Luis Pacho, Carlos Mendoza, Percy Zaga y Boris Espezúa.
Escribe: Luis Pacho
El viernes 18 de marzo de 2011 se presentó en la Casa de la cultura de Puno, el libro de poesía Cuerpo enamorado (Hijos de la lluvia, 2010) del joven poeta Carlos Mendoza. El presente es el comentario del libro deslizado aquella noche, en el que participaron también los poetas Percy Zaga y Boris Espezúa.
Divido en tres partes, Cuerpo enamorado es la ópera prima del joven poeta Carlos Mendoza (Ayaviri, 1990). Cuerpo enamorado es también el título de un poema del libro Noche oscura del cuerpo del gran poeta peruano Jorge Eduardo Eielson. Y en efecto, el aura y la poética de Eielson, parecen discurrir en cada poema, en cada verso del libro.
Si bien el conjunto de textos no reflejan una preocupación preponderante por lo social, por la coyuntura o por los problemas económicos y políticos, como fue el referente mayor de la poesía de los noventa; aquí notamos más bien, una mirada a los espacios cotidianos e íntimos, en el que predomina, como lo sugiere el título, los asedios o aproximaciones líricas en torno del cuerpo como tema central. Alguna vez habíamos dicho que, a la poesía de esta nueva hornada, digamos del Post-2000, parecía ganarle terreno aquellos textos lacrimosos al terruño y al simple amor romanticón, o aquella poesía alegórica, descriptiva y paisajista. Pero, este no es el caso. Se puede leer un tratamiento adecuado del lenguaje, con ese ya conocido tono conversacional y coloquial que parece caracterizar a la poesía última.
En la segunda y tercera sección del libro (Poema y La ventana de mi cuarto), se puede percibir nítidamente aquella conocida especulación acerca de la condición humana frente a la realidad social, desde el yo. El hombre frente a la tentación del silencio, al acoso de la soledad. Es decir, un tránsito espiritual interior, donde el cuarto parece ser el espacio propicio de ese viaje, y las ventanas un escape de ese mundo íntimo, personal e individual.
En ese sentido, el presente libro, es también, una forma de tomarle el pulso a esta nueva hornada, una mirada a esa especie de coordenada que se ha ido formando en estos últimos años en la literatura puneña. La tradición de la poesía puneña transita, efectivamente, entre la continuidad y la renovación. Cuerpo enamorado, es una muestra palpable de esa afirmación, y coadyuva a su fortalecimiento. Otro aspecto a resaltar en Carlos Mendoza es la audacia en publicar un libro. Desde la calidad de su edición, que caracteriza al Grupo editorial Hijos de la lluvia con Walter Bedregal a la cabeza, y la juventud del autor. Este su primer libro es una buena señal y nos augura un fructífero tránsito en la ruta de la poesía. Recordemos que nuestros más grandes poetas han empezado a escribir y publicar a muy temprana edad. El caso del autor de 5 metros de poemas, Carlos Oquendo de Amat o el caso de Javier Heraud, son ejemplificadores en este caso.
Sabemos que esta hornada está viviendo una tenue restauración de la democracia, opacada por la corrupción, después que Fujimori terminara destruyendo incluso la conciencia estética. Y, a pesar de que nos embarcamos en un mundo avasallado por la tecnología, la informática y la masiva propaganda de los medios de comunicación, cuyos pretenden convertirnos en apenas una pequeña provincia de la aldea global, en el que el ser humano pareciera una pieza más de esa maquinaria, congratula que haya seres humanos que se resisten a entregarse mudos y sumisos a este discurso, que se resisten a ser un dato más; y creo que esos seres son los poetas.
De todas las artes, decía el crítico Gonzáles Vigil, que la poesía era la que menos se vinculaba con la economía de mercado, y que por eso precisamente expresaba los mecanismos más esenciales del hombre de una manera menos alienada. Es por esa razón, reitero, es gratificante y positivo, saber que la poesía se resiste a morir. Necesitamos más poetas, este mundo necesita poetas. Y en eso también consiste la audacia del poeta Carlos Mendoza.
Si bien el conjunto de textos no reflejan una preocupación preponderante por lo social, por la coyuntura o por los problemas económicos y políticos, como fue el referente mayor de la poesía de los noventa; aquí notamos más bien, una mirada a los espacios cotidianos e íntimos, en el que predomina, como lo sugiere el título, los asedios o aproximaciones líricas en torno del cuerpo como tema central. Alguna vez habíamos dicho que, a la poesía de esta nueva hornada, digamos del Post-2000, parecía ganarle terreno aquellos textos lacrimosos al terruño y al simple amor romanticón, o aquella poesía alegórica, descriptiva y paisajista. Pero, este no es el caso. Se puede leer un tratamiento adecuado del lenguaje, con ese ya conocido tono conversacional y coloquial que parece caracterizar a la poesía última.
En la segunda y tercera sección del libro (Poema y La ventana de mi cuarto), se puede percibir nítidamente aquella conocida especulación acerca de la condición humana frente a la realidad social, desde el yo. El hombre frente a la tentación del silencio, al acoso de la soledad. Es decir, un tránsito espiritual interior, donde el cuarto parece ser el espacio propicio de ese viaje, y las ventanas un escape de ese mundo íntimo, personal e individual.
En ese sentido, el presente libro, es también, una forma de tomarle el pulso a esta nueva hornada, una mirada a esa especie de coordenada que se ha ido formando en estos últimos años en la literatura puneña. La tradición de la poesía puneña transita, efectivamente, entre la continuidad y la renovación. Cuerpo enamorado, es una muestra palpable de esa afirmación, y coadyuva a su fortalecimiento. Otro aspecto a resaltar en Carlos Mendoza es la audacia en publicar un libro. Desde la calidad de su edición, que caracteriza al Grupo editorial Hijos de la lluvia con Walter Bedregal a la cabeza, y la juventud del autor. Este su primer libro es una buena señal y nos augura un fructífero tránsito en la ruta de la poesía. Recordemos que nuestros más grandes poetas han empezado a escribir y publicar a muy temprana edad. El caso del autor de 5 metros de poemas, Carlos Oquendo de Amat o el caso de Javier Heraud, son ejemplificadores en este caso.
Sabemos que esta hornada está viviendo una tenue restauración de la democracia, opacada por la corrupción, después que Fujimori terminara destruyendo incluso la conciencia estética. Y, a pesar de que nos embarcamos en un mundo avasallado por la tecnología, la informática y la masiva propaganda de los medios de comunicación, cuyos pretenden convertirnos en apenas una pequeña provincia de la aldea global, en el que el ser humano pareciera una pieza más de esa maquinaria, congratula que haya seres humanos que se resisten a entregarse mudos y sumisos a este discurso, que se resisten a ser un dato más; y creo que esos seres son los poetas.
De todas las artes, decía el crítico Gonzáles Vigil, que la poesía era la que menos se vinculaba con la economía de mercado, y que por eso precisamente expresaba los mecanismos más esenciales del hombre de una manera menos alienada. Es por esa razón, reitero, es gratificante y positivo, saber que la poesía se resiste a morir. Necesitamos más poetas, este mundo necesita poetas. Y en eso también consiste la audacia del poeta Carlos Mendoza.
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Publicado en el diario Los Andes Puno, domingo 10 de abril, 20111.
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